lunes, 16 de julio de 2012

Los olores y aromas


En todas las especies, el olfato es sin duda, uno de los sentidos más importantes.
Es el que nos indica, que está bueno y que no para comer o tomar, es el que nos alerta de un peligro, es el que nos trae recuerdos.

Cuando llegué a España, hace ya once años, tuve una regresión a la infancia muy agradable. Me reencontré con los olores y aromas de cuando me criaban y me colaba en la cocina de mis abuelos. El aroma y sabor del arroz con leche y canela, las frituras con aceite de oliva, los guisos, el alioli, el aroma a sopa de cocido. Hasta el penetrante olor de la laca Nelly me hicieron dar más de una vez la vuelta para ver a una señora en la calle, recordando a mis abuelas cuando regresaban de la peluquería.

La memoria olfativa juega un papel importante a la hora de seleccionar que nos gusta y que no. Los olores pasan de la nariz al sistema límbico, donde se encuentran las emociones más primarias sin pasar por el cortex, donde se encuentra la zona más racional. Si es un olor nuevo, se cataloga entre agradable o no. Si es agradable y delicioso pasará a ser un aroma y si es lo contrario, pasará a ser un detestable olor. Esto dependerá de muchos factores, principalmente anímicos y de la comparación con los archivados en la memoria hasta el momento.

Si por ejemplo, hemos viajado a Marruecos y fue un viaje de placer dónde nuestros sentidos se pusieron las botas, la hierbabuena al volverla a encontrar en cualquier plato o bebida luego de haberla disfrutado en el famoso té moruno, nos traerá ese maravilloso recuerdo. Por el contrario, si las pasamos canutas y estuvimos enfermos o mal acompañados en nuestra visita, el recuerdo será muy desagradable.

Eso es muy común aquí en España con la infusión de manzanilla, culpable de que muchos detesten las infusiones y mal generalicen en que el “té es para cuando estás enfermo”. ¿Por? Nuestras madres y abuelas, cuando estabas malito y eras un peque, nos hervían y cocían un brebaje intomable de manzanilla. Tan mal hecho por una parte y asociado a que no te encontrabas bien, hacen que hoy esta generalización nos quede marcada a fuego en nuestra memoria olfativa. Este ejemplo lleva también, a que el olfato está muy relacionado con el sentido del gusto. Cuando estamos faltos de olfato por diversas razones, un resfriado por ejemplo, nos pueden dar una cucharada de la peor comida o bebida y no lo notaremos. Hagan la prueba, taparse la nariz y probar canela en polvo, luego enjuagarse la boca y hacer lo mismo con cacao puro. No notarán diferencia.

Hay seis olores considerados básicos: Fragante, a especias, etéreo, resinoso, a quemado y pútrido. Luego hay variantes, pero no voy a entrar a detallarlos a todos.

En una cata de vinos o cualquier otro producto, será por lo tanto, muy difícil de encontrar aromas a kiwi, vainilla, frutos rojos, especiados o tostados, si en nuestra memoria olfativa no se encuentra dicho aroma u olor natural. Aclaro natural, porque los artificiales dejan mucho que desear. Hay testers para los que estudiamos sumillers que son realmente un desastre. Por mucho que se empeñe un micro-biólogo, al que quiero mucho, en explicarme que la esencia de vainillina artificial es igual al de una vaina natural de vainilla no logrará convencerme.

También la memoria olfativa determinará que perfume seleccionaremos para nuestro uso personal. Eso lo saben muy bien los perfumistas a la hora de crear cada fragancia según a que público quieren llegar.

Dependerá entonces de que un nuevo olor sea aroma, en gran medida a nuestro estado de ánimo y de salud por sobre todas las cosas. Les aconsejo a que experimenten en todo momento y a ser posible con aromas 100% naturales. Eso hará que nuestra memoria olfativa sea aún más completa y poder mimar así mucho mejor el conjunto de nuestros sentidos!

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