miércoles, 16 de enero de 2013

Ver para comer!


Hace poco, leyendo sobre un estudio reciente sobre la importancia del color en la vida del hombre me encontré que no había hablado aún del sentido de la vista. He escrito anteriormente la interrelación que tienen el gusto, el tacto y el olfato en la apreciación y selección de una bebida o comida, pero el color ejerce en cada persona una influencia subliminal, es decir, fuera de la conciencia. Reaccionamos de manera casi automática según los colores que nos rodean. En la selección de los alimentos y las bebidas por ejemplo, es fundamental como interactua la visión del color y el volumen con el resto de los sentidos. La comida como se sabe, entra primero por los ojos.

 Y no muchos nos detenemos a pensar que en la mayoría de envases de productos y alimentos que consumimos, los fabricantes tienen muy estudiado el color y la forma del packaging para que su producto sea el seleccionado en la góndola del supermercado.


Delegadas quedan aquellas mandarinas que vienen con manchas marrones o los tomates que no son lo suficientemente rojos. También es muy común la selección del color y tipo de vajilla para que un plato o una bebida resulte más atractivo para el resto de los sentidos. Dicen por ejemplo, que sabe mucho mejor tomar chocolate espeso en una taza naranja que en una blanca o de otro color. Hagamos la prueba.


¿A que tipo de producto nos lleva el blanco por ejemplo? ¿Y el verde? ¿Sabe igual un buen vino en una copa de cristal que en un vaso de cerámica opaco? ¿Un té o café tiene el mismo sabor y aroma en una taza blanca de porcelana que en un vaso de vidrio? En el mundo gourmet por ejemplo, el color negro predomina en la etiqueta o el envase asociándolo a productos Premium y de alta gama, por el contrario, el color del papel madera nos lleva a pensar en productos artesanales, bio o ecológicos.

No cabe duda que cada uno tiene sus colores preferidos, y eso, unido al resto de lo que percibimos por los demás sentidos, hará que nuestro gusto sea más o menos amplio al seleccionar ciertos alimentos y bebidas.

Les invito entonces a disfrutar la gama completa del arcoiris, que aunque digan “sobre gustos y colores no han escrito los autores”, el ejercicio sensorial con nuevas experiencias nos aportará una buena dosis de placer. Esa olvidada e importante vitamina que en estos tiempos se hace muy necesaria “Para mimar los sentidos” y dar lo mejor de nosotros en cada momento.

miércoles, 9 de enero de 2013

El Té Oolong, ese gran desconocido en occidente.


Para muchos, el Té Oolong, mal llamado té azul, es de las variedades que menos han escuchado. Seguramente porque su difusión en occidente se ha dejado solamente para los entendidos y amantes de esta milenaria bebida. Pero una vez descubierto el secreto sabor y aroma que encierra uno de ellos, es muy probable que les seduzca a tal punto, que no podrán dejar de probar otros de su misma variedad.

Se lo considera un té semi oxidado. Está entre un Té verde que por lo general su oxidación es del 0% y un Té negro que se llega a una oxidación del 100%.

La habilidad de los maestros del té para crear esta variedad radica en saber medir y detener la oxidación a la que tienen que llegar los brotes de la Camellia Sinensis. Generalmente es muy amplio, entre un 20% y un 80%, y eso trae consigo una gran variedad de sabores, aromas y colores a nuestra taza.

Originario de las montañas rocosas de la provincia de Fujian en China donde también se le conoce con el nombre de Dragón negro, se extendió su producción por Taiwan y actualmente hay variedades de Oolong hasta en la India e incluso en África.

Su sabor exclusivo, nada herbal o astringente como el Té verde ni picante tánico como el Té negro, varía enormemente según el grado de semi oxidación al que haya sido sometido y del terroir donde fue cultivado. Su sabor y aroma puede recordar, según la variedad, a frutos secos, melocotón maduro, maderas nobles, miel, lácteos, flores y un largo etcétera. Generalmente con un suave y persistente retrogusto que hará de un buen Té Oolong, una experiencia deliciosa para nuestros sentidos.

Además del grado de oxidación y del terroir donde fue cultivado, el largo proceso de manufactura al que es sometido, que puede contar desde 10 a 18 pasos diferentes, hacen que esta variedad sea considerada como una de las más laboriosa y difícil de conseguir.

Luego de su recolección, en general, suelen venir diversos procesos de oxidación o marchitado de las hojas al sol o en naves por calor y humedad controlada hasta que, el maestro de té de la plantación considere que ha llegado el punto justo para detener dicha oxidación   y proceder a los diferentes enrulados de las hojas para que estas, al ser golpeadas y estrujadas comiencen a desprender su aroma y sabor final, acabando el proceso enzimático natural con un secado en sartenes o piedras calientes. Obteniendo de esta manera diversos grados de Oolong.

Las variedades más conocidas son: Wuyi Oolong o Oolong Rock, Tieguanyin, Formosa Oolong y Guangdong Dan Cong y dentro de estas variedades, existen diferentes grados y procesos, logrando diferentes Té Oolong en su sabor, aroma y color. Con una infusión, que va desde un amarillo pálido hasta un ámbar intenso y un sabor y aroma tan amplio en su abanico sensorial que se hace difícil generalizarlo.

Les invito a descubrirlo y a comentarme sus experiencias.